EXPOSICIÓN: La Ciudadela Perdida. Una visión arquitectónica de Bam antes de su destrucción   (architecture exhibition)

COMISARIO: Daniel Villalobos Alonso. COORDINADOR: Miguel Ángel de la Iglesia Santamaría. TEXTOS: Ramón Rodríguez Llera. ASESOR: Ignacio Represa Bermejo. MAQUETA: Marta Úbeda Blanco con Daniel Villalobos y Santiago Bellido

Universidad de Valladolid. Vicerrectorado de Relaciones Internacionales y Vicerrectorado de Instalaciones. Escuela Técnica Superior de Arquitectura

 

EXPOSICIÓN BAM. LA CIUDADELA PERDIDA/MONTAJE

 

EXPOSICIÓN BAM. LA CIUDADELA PERDIDA/FOTOGRAFÍAS

@Fotografías: Cristina Úbeda. Eugenio Gil. Fernando Zamanillo. Ignacio Represa. Jesús Fernández. José María Jové. Javier Rodríguez. Miguel Ángel de la Iglesia. Montserrat García. Ramón Rodríguez y Santiago García

 

EXPOSICIÓN BAM. LA CIUDADELA PERDIDA/DIBUJOS

@Dibujos: Miguel Ángel de la Iglesia y Daniel Villalobos

 

EXPOSICIÓN BAM. LA CIUDADELA PERDIDA/MAQUETA

@Maqueta: Marta Úbeda con Daniel Villalobos y Santiago Bellido. @Fotografías: Daniel Villalobos y Marta Úbeda

 

EXPOSICIÓN BAM. LA CIUDADELA PERDIDA/VIDEOS

@Videos: Mª. Ángeles Gutiérrez Behemerid y Mercedes Santos López

 

EXPOSICIÓN BAM. LA CIUDADELA PERDIDA/PLANOS

@Departamento de Teoría de la Arquitectura y Proyectos Arquitectónicos. Universidad de Valladolid

EXPOSICIÓN BAM. LA CIUDADELA PERDIDA/TEXTOS

Ramón Rodríguez Llera

 

BAM, LA CIUDADELA DESAPARECIDA

Hay en Asia tres ciudades que parecen existir más que nada en el imaginario del viajero moderno, tal resulta su fuerza evocadora. Una todavía habitada en el extremo confín de la India, casi en la raya de la frontera desértica con Pakistán, que es Jaisalmer. La segunda, no menos recóndita, Jiva, brilla con azulejos azules a la sombra de la fama de Samarcanda, poderosa vecina, y es hoy pasto de visitas turísticas un tanto inerciales , a la manera de una Santillana del Mar cada vez más apócrifa.  Bam es la tercera, opaca, sencilla, terrosa, de contenidos colores recintando lo arquitectónico, alejada y por ello casi imperceptible, menos afamada  en  occidente por causa de su  posición geográfica, extraviada por caminos que apenas nadie transita desde el abandono del fulgor caravanero de la famosa ruta de la seda, de la cual Bam era fundamental asentamiento del recorrido más meridional.

Pero Bam, desde su paulatino abandono a partir de la invasión afgana de comienzos del siglo XVIII, desapareció también de los relatos de los famosos viajeros, el último recurso literario para encontrar en sus diarios ecos de la existencia de geografías  extremas. A Bam no fue el español Rivadeneyra, y eso que su viaje se tildó de «al interior de Persia» (1874-75), ni tampoco el francés P. Loti, quizás porque llegó a Persia cansado  tras su agotador periplo de principios de siglo por  la India ya sin los ingleses, y subió flechado hacia Isfahan, su declarado objetivo prioritario. Así que a Bam no le quedaba más remedio que hablar por sí sola desde la aparente humildad de sus ruinas de adobe sin más.

El viajero moderno, asomado desde las murallas  hacia el interior de Bam por un momento se sentía  transportado a otras ruinas familiares, las de Pompeya, con las que guardaba sorprendentes parecidos, desde el vacío metafísico de las calles y casas desprovistas de sus cubiertas, al rico acervo tipológico urbano: trazado de calles, edificios públicos, estructura introvertida de las viviendas, refugiadas en torno a sus patios-atrios, cerradas al ajetreo de la vida pero al mismo tiempo  constituyendo parte de la misma, sumisas finalmente ante la imponente masa de la fortaleza sobre la colina, configurada con la libertad plástica del adobe,  flexible y adaptable como el hormigón moderno, pero con menos constricciones formalistas.

Los amantes de historias raras pero verídicas, a la vista de la fortaleza podían rememorar a través de ella los últimos ecos de la cruel y al mismo tiempo arrebatada historia del castillo de Alamut, ya que los últimos descendientes del  «Viejo de la Montaña» y de los secuaces de su famosa secta de los fumadores de hachís («asesinos») se refugiaron en esta recónditas tierras, excurso que nos aleja de nuestra visión de la ciudadela,  por lo que a los efectos de conocer la historia recreada de Hassan Ibn Sabbah nos remitimos a la magnífica prosa del novelista polaco Wladimir Bartol.

Bam y Pompeya, vacías, solo recorridas circunstancialmente en la actualidad por visitantes inducidos, se han hermanado finalmente de manera catastrófica semejante, y  la naturaleza se volcó en ambas bajo su manifestación más delirante, volcánica y telúrica, sólo que en Bam actuaba sobre la delicada red de elementos de su barro esculpido hasta hacerse arquitectura, y ésta conformando una ciudad autárquica absoluta, pues carecía de dueños, de funciones, de transformaciones que no fueran las de su mantenimiento en cuanto patrimonio cultural que excepcionalmente había logrado sobrevivirse a sí mismo y preservarse en su práctica totalidad.

Por eso la vista de la ciudad de Bam,  la primera impresión, no invitaba tanto, parece, a reflexiones en los lindes de lo sublime,  a la manera de Wood ante Palmira, es decir, a imaginar la ruina como premonición del destino de los imperios del pasado devenidos futuro ante los ojos de un viajero moderno. Bam, como Pompeya, encarnaba una inmejorable lección de arquitectura, y a medida que se penetraba por sus calles hacia el interior y hacia la culminación monumental de la ciudadela, la lección se hacía presente en el sistema de fortificación, torres y murallas, en las casas, comercios, almazaras, mezquitas, caravanserrallos, bazares, plazas, establos, en los recorridos  para alcanzar  desde los altozanos del fortín las vistas del paisaje del oasis de  palmeras  parduzcas , geografía potente de los alrededores. Como en la Pompeya  redescubierta, los habitantes parecían haber huido dejando reconocibles a la mirada porvenir casi todas las huellas de la habitabilidad, de manera que a los nuevos diablillos cojuelo les cabía observar  con un golpe de vista límpido y excepcional la vida material de una ciudad completa, placer cultural complaciente donde los haya, una ciudad de barro  como una maqueta de una ciudad «de verdad», presentando  sin recubrir el material de su construcción genuina,   sin deslumbrarlo con el brillo de la «cerámica de brillo», entroncando directamente con una historia atávica, primaria, originaria, de construcciones bíblicas de adobe y arcilla,  con otras ciudades mesopotámicas e  indostánicas, que son la historia del albor del hombre constructor , del hombre moldeador y  modulador de elementos de construcción para la arquitectura consecuente.

No se sabe a ciencia cierta ni la causa ni la fecha precisa del abandono de Bam por sus últimos habitantes, pero a diferencia de otros casos de ciudades de barro devenidas montañas de arcilla reconocibles en el paisaje como  masas amorfas, el vacío histórico de Bam se vio  compensado con el «vaciado» arquitectónico conservado, sobre el que se estaba actuando y que se iba reconstruyendo paulatinamente, que es el estado en el que lo vieron, fotografiaron y dibujaron quienes ahora ceden el material del presente exposición , conmovidos por el dolor causado por tanta ausencia añadida a la ausencia, por la ruina doblemente arruinada, ruina previa de cariz  romántico y ruina reciente que se alza protagonista no deseada y  arroja más ruina a la ruina añorada,  además  del  drama humano sobrevenido,  innecesario y  doloroso, grandiosidad catastrófica que nos sobrepasa y acongoja.

Ramón Rodríguez Llera

 

LA ESCUELA DE LOS VIAJES

La mejor metáfora de la vida es la del viaje, y eso es válido también para la vida académica, más particularmente cuando ésta se refiere a  estudios de arte y de arquitectura. Los libros y las clases son fantásticos  sucedáneos, placebos sustitutorios  de una hipótesis verificable en los sitios de la narración donde se sitúan las obras originales. Las mejores clases son propuestas de futuras salidas fuera o  recuerdos de incursiones que tuvieron su destino y la consabida vuelta a casa. De los viajes se cuentan sus cosas y sus imágenes, se discursea y se fantasea.

El sedentarismo en la cultura artística y arquitectónica no se justifica con la argumentación alternativa del «viaje interior», poético u opiáceo. Viajar no se corresponde con huir, sino con salir al encuentro de lo distinto, de lo diferente, de lo que está más allá, al otro lado. Es un ejercicio de comprensión y de tolerancia que recompensa a sus seguidores no sólo con el conocimiento adquirido, sino con el cambio positivo en la forma de reconocer el mundo y de dialogar y  relacionarse con él.

El viajero puede ser un ensoñador paseante solitario perdido intencionadamente por la armonía de las esferas, o juramentarse con cómplices gregarios que unen sus fuerzas para rentabilizarlas al máximo  posible. Y  puede marcarse etapas  y objetivos, siempre teniendo en cuenta su perfil domesticado, esto es, que antes  de salir  se propone acabar volviendo, enriquecido y mejorado, al punto de partida.

El bagaje del regreso  del viajero, cuando su perfil característico es el del buscador de tesoros arquitectónicos, son las mediciones, dibujos e imágenes que aportarán vívido verismo a sus tareas pedagógicas. Al menos ese fue el horizonte imaginado por un grupo de profesores incipientes de una novel Escuela de Arquitectura, dejada caer sin mucho apoyo ni convicción en medio del territorio universitario castellano.

Además de la precariedad formativa, el vacío informativo. La manera colectiva de solventarlo fueron numerosos viajes de estudios que tomaron rumbos diversos, sucediéndose con cadencia  admirable: desde la cultura grecolatina de Sicilia y la Magna Grecia  al barroco centroeuropeo, de los jardines paisajísticos ingleses a los regulares galos, la arquitectura moderna holandesa o la antigua de Egipto, Siria, Jordania. La India de los grandes mogoles y de Lutyens y Le Corbusier.

El gótico francés y el neoclasicismo romántico alemán. Desde la Isfahán safévida a la Samarcanda timúrida, sin olvidar las ciudades helenísticas o el corazón mismo de la Hélade, tierras telúricas que así se nos manifestaron con leves evidencias sísmicas.

Durante tres lustros hemos viajado, y ahora hacemos un alto para echar cuentas de que fue mucho el empeño  y rentable el resultado, que nos hemos enriquecido en la medida en que hemos ido dejando atrás las primeras carencias. Esta Exposición es resultado de uno de los últimos llevados a cabo, gracias a lo cual el material disponible, más la actitud, los conocimientos, y el entusiasmo, permiten devolver reelaborada la información, ahora preciosa e imprescindible  para rescatar el patrimonio arquitectónico y  cultural de Bam.

Como por sus resultados les conoceréis, parece que no fue mala idea ni mala Escuela aquélla que, saliendo de sí misma, buscó confrontarse con la memoria depositada en los lugares hasta donde se viajó y así se renovó el docto género académico del viaje ilustrado de arquitectura…

Ramón Rodríguez Llera

 

EXPOSICIÓN BAM. LA CIUDADELA PERDIDA/MEMORIA

Daniel Villalobos Alonso (Comisario de la Exposición)

EXPOSICIÓN BAM. LA CIUDADELA PERDIDA/ MEMORIA

La exposición consistió principalmente en la muestra pública de la documentación gráfica existente en su mayoría en el Departamento de Teoría de la Arquitectura y Proyectos Arquitectónicos de la Universidad de Valladolid, (Fondos Inéditos Documentales de Arquitectura de la Tierra) que posee en el caso de la ciudad de Bam. Esta documentación se completó con las aportaciones del Departamento de Arqueología de la Universidad de Valladolid y del grupo cultural SURCO, así como varios particulares.

En total la documentación existente es de fotos (332 + 32 en alta resolución), videos (2) dibujos (3) y planos (2).

Todas las imágenes (diapositivas y papel), películas y dibujos se trataron digitalmente, ordenándose en soporte gráfico para obtener un documento de las áreas barridas. La elaboración  de esta información de trabajo vino en respuesta del llamamiento a la Comunidad Internacional del Centro de Documentación de Cinematografía de Irán, con el fin de recopilar toda la documentación que pudiera facilitar la reconstrucción de la ciudad histórica de Bam.

La exposición seleccionó una muestra de entre 30 y 50 imágenes (montadas en soporte rígido a un tamaño de DIN A-1) que permitieron dar un claro ejemplo del valor arquitectónico de la ciudad destruida, así como de las posibilidades que posee este fondo como apoyo gráfico a la reconstrucción de la ciudadela de Bam y complejo amurallado de la fortaleza. La exposición se completó con varios planos generales en donde se representan la situación de todas las fotos existentes, sus áreas de barrido gráfico; varios dibujos de viaje existentes, así como la proyección continuada de los videos de la ciudadela y de una copia en diapositiva de toda la documentación que permitió mostrar la riqueza del documento para su envío. El 3 de marzo de 2004, día de la inauguración de la Exposición,  en el mismo acto se hizo entrega en mano de estos documentos digitalizados al Agregado Cultural de la Embajada de Irán en España.

Como complemento de la exposición y aglutinante de toda la información, se elaboró una maqueta (de 80 x 70 cts. de base), realizada en barro para ofrecer una visión general del área de trabajo. Maqueta que asimismo fue expuesta.

Lugares de la exposición: la exposición es itinerante y se mostró en primer lugar en el MUVA, la Escuela Superior de Arquitectura (Hall central de exposiciones) y Facultad de Filosofía y Letras, para seguir por el Colegio de Arquitectos de Burgos, en el Campus Universitario de Palencia, etc…

El fin último que se buscó en esta exposición fue la difusión de la silenciosa labor de investigación de la Universidad de Valladolid (Escuela Superior de Arquitectura), viajes de investigación del Departamento de Teoría de la Arquitectura y Proyectos Arquitectónicos, en un caso concreto de la arquitectura de la tierra, y su importante repercusión en el rescate de una memoria gráfica para la reconstrucción de este perdido Patrimonio de la Humanidad.

Daniel Villalobos Alonso  (Comisario de la Exposición)

EXPOSICIÓN BAM. LA CIUDADELA PERDIDA/CRÉDITOS

 

La Ciudadela Perdida. Una visión arquitectónica de Bam antes de su destrucción

Universidad de Valladolid. Vicerrectorado de Relaciones Internacionales. Vicerrectorado de Instalaciones. Escuela Técnica Superior de Arquitectura

 

COMISARIO: Daniel Villalobos Alonso

COORDINADOR: Miguel Ángel de la Iglesia Santamaría. TEXTOS: Ramón Rodríguez Llera. ASESOR: Ignacio Represa Bermejo. MAQUETA: Marta Úbeda Blanco

FOTOGRAFÍAS: Cristina Úbeda Blanco. Eugenio Gil García. Fernando Zamanillo Peral. Ignacio Represa Bermejo. Jesús Fernández Martínez. José María Jové Sandoval. Javier Rodríguez Encinas. Miguel Ángel de la Iglesia SantaMaría. Montserrat García Macho. Ramón Rodríguez Llera. Santiago García Vegas. VIDEOS: Mª. Ángeles Gutiérrez Behemerid y Mercedes Santos López. DIBUJOS: Daniel Villalobos Alonso y Miguel Ángel de la Iglesia. PLANOS: María Luisa Cola Artero. Alberto Adajas Mondelo y Carmen Malina Barreiro. DIGITALIZACIÓN IMÁGENES: María Luisa Cola Artero. REALIZACIÓN MULTIMEDIA: Rodrigo Villalobos García. COLABORACIÓN MAQUETA: Santiago Bellido Blanco. DISEÑO DE MOBILIARIO: Carmen Malina Barreiro y David Ángel de la Vega Carrasco. REALIZACIÓN Y MONTAJE: Ramón Alejas Ducal. DISEÑO CARTEL: Álvaro Tapia. MONTAJE DE EXPOSICIÓN: David Ángel de la Vega Carrasco y Ramón Alejas Ducal

DOCUMENTACIÓN: Fondo de imágenes de arquitectura del Departamento de Teoría de la Arquitectura y Proyectos Arquitectónicos. UVa. COLABORA: Asociación Cultural Surco

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